MATRONATACIÓN O NATACION PARA BEBES CON SUS PADRES
No son clases para que los bebés aprendan a nadar, entre otras cosas, porque no es hasta aproximadamente los cuatro de edad cuando el aparato locomotor está lo suficientemente desarrollado como para nadar. La matronatación es una actividad que busca la estimulación acuática del bebé por medio de una serie de juegos que le permiten aprender a flotar y moverse por el agua con la ayuda de sus padres. Es fundamental el papel del padre o de la madre dentro del agua. Este contacto reforzará el vínculo inicial entre los progenitores y los bebés, viviendo una experiencia original, única e irrepetible. Por lo tanto los padres deben tener claro que una cosa es el disfrute, dominio y adquisición de ciertas habilidades, y otra muy distinta aprender a nadar.
Contraindicaciones
Las contraindicaciones a la práctica de esta actividad son pocas y algunas de ellas relativas ya que los niños van a encontrarse siempre bajo la vigilancia de sus padres, no obstante, las contraindicaciones más importantes encontradas han sido las siguientes: Enfermedades infecciosas o inflamatorias, enfermedades cardiovasculares no compensadas, enfermedades otorrinolaringológicas, enfermedades cutáneas, infecciones locales o heridas abiertas, epilépticos con gran mal, hidrofobias acentuadas.
La edad para que los bebés comiencen a dar clases de matronatación no está claramente definida. Lo que recomiendan los expertos es esperar hasta que el bebé tenga al menos cuatro meses (la mayoría espera incluso a los 6 pero esto suele ser por que las instalaciones no están suficientemente preparadas para bebés pequeños), ya que es a esa edad cuando termina de madurar el sistema inmunológico de los pequeños, y el riesgo de padecer otitis o resfriarse es menor. De hecho el Consejo Superior de la Salud de Bélgica lo desaconseja hasta los 12 meses año si las piscinas no cumplen con las condiciones de higiene y seguridad. El Comité de Medicina Deportiva y Entrenamiento de la Academia Americana de Pediatría se opuso durante muchos años a que los niños menores de 4 años dieran clases de natación, basándose en que consideraban que los riesgos (como el enfriamiento del niño, posibilidad de intoxicación hídrica e infecciones) y la falsa sensación de seguridad que produce en algunos padres la falsa creencia de que sus hijos serían capaces de nadar eran francamente perjudiciales a la salud del niño. Pero desde el año 2000 esa postura ha cambiado, el Comité declaró que los riesgos pueden ser evitados mediante precauciones y medidas de seguridad.
Entre sus recomendaciones afirma que:
1. Los niños no están desde el punto de su desarrollo madurativo preparados para lecciones formales de natación hasta los 4 años cumplidos.
2. Los programas acuáticos para bebés no deben promoverse como una manera de disminuir el riesgo de asfixia por inmersión.
3. Los padres no deben sentir que sus hijos "saben nadar" ni que pueden estar "seguros" en el agua luego de participar en esos programas.
4. Siempre que un bebé esté en el agua un adulto teniendo al niño al alcance de su mano.
5. Todo programa para bebés debe incluir información a los padres acerca de las limitaciones madurativas (motoras y conciencia de peligro), los riesgos del agua, las estrategias para prevenir la asfixia por inmersión y el rol y la responsabilidad de los adultos en y alrededor del agua.
6. La hipotermia, la intoxicación hídrica, y la posibilidad de contagios pueden ser prevenidas mediante recomendaciones médicas existentes, y no deben impedir que los bebés participen y experimenten en programas acuáticos adecuados.
Puedes empezar las clases cuando realmente te sientas segura/o, pero deberás de tener en cuenta que a partir de los 8 ó 9 meses el bebé perderá algunos reflejos innatos muy importantes que sin duda serán muy útiles. Por eso los bebés menores de un año se adaptan al agua más rápidamente que los niños mayores. El miedo al agua se adquiere conforme el niño va creciendo; mientras más tiempo esté apartado del agua, probablemente desarrollará sentimientos de desconfianza y hasta fobia, que posteriormente dificultarán en muchos de los casos, el aprendizaje de la natación.
Inmersión y reflejos:
Los reflejos que el niño conserva en los primeros meses de vida son la base de los beneficios que más tarde podrá alcanzar el lactante con la práctica de esta actividad.
La inmersión total se considera indispensable en el proceso de desarrollo y adaptación. Ésta se lleva a cabo en las primeras etapas, pero siempre va precedida de un ejercicio de sumergir al niño por encima del labio superior para que el bebé cierre la boca en contacto con el agua: el infante debe mantenerse en esa posición durante uno o dos segundos y luego el padre deberá reconfortarlo para darle seguridad. Solo debe realizarse cuando el bebé este tranquilo, relajado y sin brusquedad, en estas condiciones la experiencia no debe ser traumatizante.
Los reflejos relacionados con la práctica de esta actividad son los siguientes:
- Equilibrio acuático: este reflejo se ve favorecido por la flotación inherente del recién nacido. El bebé en el agua reacciona con sus reflejos innatos de supervivencia de manera global.
- Flotación: En la posición dorsal (decúbito supino), el equilibrio se consigue por la conjunción de los siguientes movimientos instintivos: reflejo del moro (brazos abiertos), reflejo de enquizamiento cervical (ante el desequilibrio o pérdida de apoyo caudal) y búsqueda de la estabilidad pélvica.
- Propulsión: Sería más conveniente hablar de "Movimientos espontáneos que provocan un desplazamiento", es lo que hemos englobado como "Reflejo subacuático, de sumersión o buceo". Este es una modificación del reflejo de Landau adaptado al medio acuático: Al sumergir a un recién nacido en posición ventral (decúbito prono) observamos que de manera instintiva se provocan el conjunto de siguientes reflejos: enderezamiento cervical, reflejo glótico o de protección respiratoria y movimientos de flexo-extensión rudimentarios (acción propulsiva), que engloban todo el eje axial y sus segmentos. Junto a la flotación propia de su cuerpo, el crío ascenderá hacia la superficie.
- Reflejo natatorio: Son movimientos de brazos y piernas con cierto carácter rítmico que se realizan cuando sujetamos al pequeño por los costados y lo ponemos en contacto con la superficie del agua en posición ventral (decúbito prono).
- Reflejo de Chapoteo o Hidropedal, que viene a ser la Reacción de Bauer o "marcha automática en el agua". Probablemente es una manifestación de placer, con la agitación propia del bebe al patalear, por reconocer el medio líquido. Se deben hacer estudios que confirmen esta conducta. También se deberá tener en cuenta la temperatura del agua.
- Reflejo de protección de la respiración, es sin duda el reflejo más importante del bebé para la práctica de esta actividad y es muy trabajado en los primeros meses para favorecer la inmersión del infante. Consiste que, ante presencia de agua en las vías respiratorias, el niño activa un mecanismo de defensa mediante el cual cierra las vías aéreas altas. Es un comportamiento trabajado en la Educación Física precoz. Desaparece a los 7 u 8 meses.
La elección del horario deberá ser cuando el bebé no tenga que dormir ni comer. Otra cosa de deberás tener en cuenta es el tiempo que el pequeño permanecerá en el agua de la piscina. Las primeras sesiones serán cortas y podrán ir aumentando progresivamente hasta los 20-30-45 minutos como máximo. De todas formas ya se ha dicho que será el propio bebé quien marque este tipo de pauta, si ves que tiene frío, está incómodo o llora demasiado le sacas de la piscina. No te preocupes por pensar en no aprovechar las clases.
Se emplean materiales didácticos como pelotas o tablas adecuadas a la edad de los bebés. Los recién nacidos están perfectamente dotados de una variedad de reflejos que hacen posible el progresivo desarrollo de una conducta adaptada al medio en que se desenvuelvan, en este caso el agua. Limitar las experiencias del primer año a la estancia en la cuna o en el cochecito de paseo significa reducir el desarrollo tanto físico como intelectual de nuestro bebé, en un período crítico de su vida. Todos los psicólogos y pedagogos reconocen la importancia de los primeros años en la vida del individuo y, a pesar de ello, seguimos sin prestar la atención necesaria hasta la entrada en la escuela. El objetivo más importante de esta actividad se centra en reforzar el vínculo de amor y confianza entre la madre y el bebé, haciendo que ambos compartan una experiencia original, única e irrepetible, fortaleciendo la relación afectiva y cognitiva entre bebé-mamá-papá. Además, por si esto fuera poco, se van a crear situaciones de juego, dentro de un ámbito lúdico y recreativo.
Beneficios que aporta:
Cabe destacar, el importante desarrollo psicomotor; adquiriendo una mayor coordinación motriz, localización propioceptiva e integración kinestésica, además de facilitar movimientos y experiencias motrices que le conduzcan a un aumento del repertorio motor, asimismo, ayuda al fortalecimiento del sistema cardiotorácico, aunque, no obstante es trascendental destacar la regulación del tono muscular, muy importante para la estática, el equilibrio y el movimiento y en último término se obtiene una mejora de las relaciones afectivas entre los padres y el infante. Es necesario recalcar el aumento del desarrollo de la capacidad intelectual, ayudando a los niños a ser más creativos y observadores, por lo que la literatura consultada recomienda la práctica de esta actividad durante los primeros meses de vida del infante. La natación para bebés es uno de los mejores métodos de estimulación temprana, ya que, en un ambiente de juego y placer, aporta beneficios importantes sobre el bebé debido a los componentes físicos (agua, movimiento, calor) que contiene esta actividad.
•Desarrollo psicomotor: El bebé que aún no camina encuentra en el agua la posibilidad de moverse tridimensionalmente, siendo mucho mayor la libertad y continuidad de movimientos. A muy temprana edad comienzan a tener nociones de desplazamiento y distancia de una gran riqueza y sensibilidad, lo que redundará en una mayor coordinación motriz.
•Fortalecimiento del sistema cardiorrespiratorio: La natación fortalece el corazón y los pulmones. Debido al trabajo respiratorio que se realiza en el agua se aumenta la eficiencia en la oxigenación y traslado de la sangre.
•Ayuda al sistema inmunológico.
•Aumenta el coeficiente intelectual: Está demostrado que los bebés que han hecho natación en los 2 primeros años de vida desarrollan una percepción mayor del mundo que los rodea, con lo que ya están aprendiendo a ser más creativos y observadores. El agua estimula la capacidad de juego del niño y este hecho repercutirá muy positivamente en aprendizajes futuros.
•Mejora y fortalece la relación afectiva entre bebé-padres: La realización de un programa acuático para un bebé le llevará, junto con sus papás a compartir situaciones ricas y profundas que no sucederán de otra forma pues se van a juntar las reacciones innatas e instintivas del bebé con las propias vivencias que genera la práctica de la natación, que sin duda ayudaran al conocimiento mutuo, alimentando el amor y orgullo de mamá y papá.
•Inicia la socialización sin traumas en un ambiente lúdico y recreativo: Desarrollándose como personas y su entorno de una forma natural. La convivencia en la piscina con otros niños le ayudará a relacionarse mejor, además de que aprenderá a compartir y realizar actividades junto a otras personas. El niño adquiere más confianza para comunicarse y desarrollarse en grupo, ya que estará en constante contacto con instructores y niños.
•Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia. Un ejemplo de ello es el aprender a girarse sobre su espalda y flotar ante una caída al agua.
•Ayuda al bebé a relajarse.
•Ayuda al bebé a sentirse más seguro.
Requisitos que debe de cumplir la piscina:
•La temperatura del agua deberá estar a unos 32 grados centígrados, aunque puede variar un grado arriba o abajo dependiendo de la época del año y la edad del niño.
•El nivel de cloración del agua deberá estar entre el 0,5 y el 0,6 por ciento (frente al 1 por ciento en las de adulto).
•Es muy recomendable que la piscina sea cubierta y climatizada y por supuesto cumpla con los requisitos higiénicos-sanitarios establecidos.
•La zona de los vestuarios donde cambiarán las mamás (o papás) a sus niños deberá igualmente estar climatizada y cumplir las norma higiénicas.
•Algunos vestuarios están bastante apartados de la piscina y en este trayecto los niños se pueden quedar fríos. Por ello es muy conveniente que cerca de la piscina exista un banco o lugar especial para desnudar y vestir al niño.
•La piscina de los pequeños debe ser sólo para ellos, nunca compartida. Estas "piscinas de enseñanza" suelen tener unos 6 por 4 metros aunque estas dimensiones no se establecen como una norma, existiendo en la actualidad de muchos tamaños y formas.
•Evitar los horarios de máxima afluencia, principalmente por el ruido.
Preparando al bebé en casa (de mucha ayuda cuando vayas por primera vez a la piscina):
•Reducir paulatinamente la temperatura del baño de nuestra casa a la temperatura de la piscina, unos 32 grados, desde los 3 meses.
•Hacer que el bebé se familiarice con el agua jugando con él en la bañera (ayudarle a chapotear, tirarle agua encima, salpicarle…).
•Acostumbrarse a manejar al niño con total seguridad en el agua. Las primera veces que bañes al bebé lo harás en su bañera pero después podrás meterle contigo, así podrás sujetarle y moverle mejor que desde fuera. Cuando decidas hacerlo no lo sostengas cuando entres o salgas de la bañera, puedes caerte o resbalar; lo mejor es que el padre que no se mete esté fuera para ayudar. Ante todo tendrás que dar al niño, mediante un intenso contacto corporal, sensación de seguridad. Es posible que muestre algo de malestar por la nueva situación pero enseguida se sentirá a gusto y empezará a patalear, especialmente si hacemos presión con nuestras manos o muslos contra las plantas de sus pies. Existen multitud de formas para coger a tu bebé mientras ambos estáis en la bañera pero recuerda que las primeras veces la posición tendrá que ser de forma que el niño te vea. Una de ellas mientras tú estás sentada en la bañera (bien segura/o de no resbalar), apoyando al niño de espaldas en tus piernas y rodillas con sus pies en tu barriga, sujetando su cabeza con una mano y la otra libre para acariciarle o mojarle el pecho. Otra posición sería apoyando la espalda del bebé en tu pecho, cogiéndolo por la cabeza, con las palmas de las manos y los dedos hacia abajo. No le sujetes ni por el cuello ni por la espalda. Espera a que esté bien relajado, cuando esto suceda, ve estirando tus brazos hacia adelante poco a poco mientras él flota. Observa cómo el bebé flota. Después de realizar este par de ejercicios coge al pequeño y chapotea un poco con el agua, seguro que él también lo hace. Échale unas gotas de agua por la cabeza. Al rato y a la orden de "listos, ya" vuelve a echarle agua pero esta vez en la cara. Es importante que mientras realizas estos pasos en la bañera no haya jabón en el agua.
La primera visita a la piscina:
El bebé necesitará un tiempo para aclimatarse al nuevo entorno (temperatura, espacio, ruido, gente, etc.). Lo normal es que el profesional asignado a tus clases te enseñe las instalaciones. Lo habitual es que tengáis compañeros de piscina nuevos. Aprovecha para intercambiar opiniones con otras mamás o papás y si tienes dudas pregúntale al técnico que os acompaña. Poco a poco el bebé se irá relajando.
Cambia a tu hijo en un lugar donde no haya corriente. Sentaros al borde de la piscina. Asegúrate de la profundidad, es obligatorio que esté marcado con pintura en el mismo borde; pregunta si dudas al técnico, lo habitual es que mida entre 0,50 y 1 metro. Si ves que tú solo no puedes sentarte pide ayuda para que te sujeten al bebé mientras te sientas junto a él o te metes en el agua.
Coge al pequeño entre tus brazos y llévatelo al pecho, háblale en tono tranquilizador. Date un pequeño paseo por el agua mojando poco a poco. Esto para ser el primer día es más que suficiente.
El técnico o monitor os explicará todo cuanto necesitéis saber, os irá dando pautas y recomendaciones de actuación. El método utilizado nunca debe “presionar” al niño para que aprenda a flotar. Se trata de que le pierda miedo al agua, si lo tuviera, lo vea como algo lúdico y se divierta. Importa más que la experiencia sea grata a que consiga la flotación. Si el método de enseñanza es bueno, los niños no tienen por qué pasarlo mal o mostrarse reacios a acudir a la piscina. Los padres no deberían obsesionarse porque sus hijos aprendan técnicas de flotación o movimientos. Lo fundamental es que adquieran el gusto por el agua.
Si por miedo, por dificultades económicas o por cualquier otro motivo los padres presionan al niño para que consiga objetivos en un tiempo corto, los efectos serán probablemente justo los contrarios a los que se buscaban. Además, a estas edades, los niños tienen una percepción muy intensa de lo que ocurre a su alrededor, y muy pocas vías de expresión de sus temores, muchas veces reducidas al lloro y otros síntomas no orales. Si la experiencia resulta demasiado traumática, dejará secuelas durante el resto de su vida.
Recomendaciones que no debes olvidar:
•Antes de acudir a la piscina con tu bebé deberías consultar con el pediatra.
•No dejes nunca a tu bebé solo cerca del agua. Aunque los programas de natación para bebés pueden enseñarle a moverse en ella, tu bebé es demasiado pequeño para ser consciente del peligro que ello tiene.
•El personal que impartirá las clases deberá estar cualificado de forma específica para trabajar con niños.
•Elige un horario en el que el niño normalmente no tenga que dormir o comer.
•Nunca le des de comer minutos antes de la sesión de natación.
•Después del baño hay que secar al niño inmediatamente.
•Una vez que el niño esté vestido, debemos abandonar inmediatamente el pabellón de la piscina. Con el aire caliente el niño se pondría a sudar en seguida, lo que significa resfriado seguro al salir a la calle.
•Un niño enfermo no debe bajo ningún concepto bañarse. Tan pronto como advirtamos los primeros síntomas de alguna indisposición, dejaremos de llevarle a la piscina y no reanudaremos las clases hasta que el niño vuelva a estar perfectamente restablecido.
•Lleva todo lo necesario para cambiar al niño.
•Nunca hagas comparaciones entre tu bebé y otros. Esto provoca una actitud que puede perjudicar el desarrollo del niño.
•No establezcas un determinado periodo de tiempo para lograr objetivos, cada niño aprenderá a su ritmo. Por lo tanto has de respetar el ritmo de desarrollo del bebé y nunca forzarle.
•Ten presente que los aledaños de la piscina están casi siempre mojados y puedes resbalar, especialmente cuando tienes al pequeño en tus brazos. Camina con mucho cuidado y utiliza zapatillas antideslizantes.
•Están desaconsejadas las escuelas, piscinas o entidades cuyos programas acuáticos para bebés promueven dicha actividad únicamente como una manera de lograr respuestas de supervivencia.
•Evita piscinas de dudoso control higiénico y sanitario porque son causa de serias infecciones y enfermedades. Si tienes que hacer una reclamación formal para subsanar una deficiencia, no lo dudes, le beneficia a tu hijo, a ti y a todos los usuarios en general.
Todavía no puedo creer que no sé por dónde empezar, mi nombre es Juan, tengo 36 años, me diagnosticaron herpes genital, perdí toda esperanza en la vida, pero como cualquier otra, todavía busqué un curar incluso en Internet y ahí es donde conocí al Dr. Ogala. No podía creerlo al principio, pero también mi conmoción después de la administración de sus medicamentos a base de hierbas. Estoy tan feliz de decir que ahora estoy curado. Necesito compartir este milagro. experiencia, así que les digo a todos los demás con enfermedades de herpes genital, por favor, para una vida mejor y un mejor entorno, póngase en contacto con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com, también puede llamar o WhatsApp +2348052394128
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